Los malvones son plantas muy resistentes, ideales para adornar jardines o balcones por su abundante y duradera floración. El malvón es una planta perenne originaria de África, y pertenece a la familia Geraniáceas, género Pelargonium, especie hortorum. En Septiembre podemos aprovechar para sacar unos gajos y cultivar esta hermosa y florida planta. Tanto el malvón como el geranio pertenecen al mismo género. La diferencia básica entre ambos radica en que el primero tiene tallos erectos y hojas pubescentes, mientras el segundo tiene tallos descumbentes, que crecen sobre el suelo, sin formar raíces adventicias.
La mayor ventaja del malvón es que es una planta muy rústica, que crece sin demasiadas exigencias, pero siempre al aire libre. El malvón florece continuamente desde primavera hasta otoño, y sus tonos van del blanco al rojo, pasando por rosas de todo tipo. Las flores surgen solas o agrupadas en inflorescencias. La mayoría de las especies miden entre 40 y 60 cm de altura, aunque en muchos casos, si no se la poda, puede superar el metro.
Se sienten a gusto en jardines soleados, balcones, macetas o macetones en el exterior, donde puedan recibir al menos unas 4 horas diarias de sol. Proteja la planta de los vientos fríos y las heladas colocándola contra una pared que la resguarde de los vientos más fuertes. Para su cultivo se necesita un sustrato permeable y suelto, compuesto de resaca, arena y tierra negra.
Sus cuidados básicos incluyen riego dos veces por semana en verano y nada en invierno, ya que con el agua de lluvia bastará, a menos que viva en una zona demasiado seca. Conviene podarla en primavera para que brote mejor, y se deben cortar periódicamente las flores marchitas, ya que también afectan la nueva floración.
Se multiplica por esqueje durante la primavera, cuidando que el segmento cortado permanezca al aire libre durante unas dos horas antes de ser plantado, para promover así la cicatrización del corte y evitar su descomposición. También se puede reproducir por semillas en invierno y otoño.
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